Qué trágica y romántica historia es Leyendas de Pasión.
Puede notarse que todos en el rancho se sienten atraídos a la mujer -incluso sin quererlo-, ya que la Sra. Ludlow se ha ido hace años. Tanto Alfred como Tristan se caen fatalmente enamorados de ella.
Antes de que siquiera pudieran hacer la ceremonia de matrimonio, los tres hermanos Ludlow; Alfred, Samuel y Tristan se van a la guerra, donde el segundo muere en batalla.
Tristan siente irremediablemente que todo es su culpa, y así también lo piensa Alfred.
Su padre, el Coronel Ludlow, lo defiende contra viento y marea, pudiéndose ver que es su hijo favorito.
Tristan siempre fue el más salvaje de todos, el más aventurero.
Cuando ambos vuelven a casa, Alfred le confiesa su amor a Susannah, le propone una vida juntos, cree honestamente que puede hacerla feliz. Pero ella lo rechaza, pensando que esto sólo le causaría más dolor.
Tristan le demuestra su amor a Susannah abiertamente, y ella -enamorada de él desde que lo conoció- se rinde ante él.
Alfred amenaza a Tristan, y le advierte que debe desposar a Susannah, para hacerla una mujer honorable.
Él, sin embargo, cargado por la culpa de la muerte de Samuel, se embarca en un viaje que durará muchos años. Susannah le escribe decenas de cartas que él nunca responde, hasta que finalmente, una llega, diciéndole a ella que el amor que había entre ellos está muerto, al igual que él, así que será mejor que ella se case con otro.
Susannah queda devastada, y Alfred lo nota. El coronel aún defiende a Tristan, hasta que Alfred decide contarle que Tristan ansió a la prometida de su hermano antes de que éste muriera.
El coronel realmente comienza a odiar a su hijo Alfred, y éste último se convierte en un congresista y deja la hacienda.
Isabel II, la hija mestiza de unos trabajadores del rancho, es educada por el coronel y Susannah. Ella está enamorada de Tristan, y, aunque sólo tiene 13 años, está convencida de que se casará con él.
Años pasan, y Tristan finalmente regresa. Su padre está muy viejo ahora, y no puede hablar ni caminar muy bien, pero está inmensamente feliz de que haya vuelto.
Ahí es cuando Tristan se entera de que Alfred y Susannah han contraído matrimonio.
Él va a visitarla, y ella realmente queda desconcertada. Él sabe que ha sido él mismo quien la dejó ir libre, pero creo que internamente confiaba en que ella lo esperaría eternamente, tal y como le juró.
Tristan vuelve a encontrarse con Isabel II, quien ahora tiene 20 años, y cae rotundamente enamorado de ella.
Se casan y tienen un hijo al que llaman Samuel.
Susannah cae verdaderamente en la locura cuando se entera de las noticias.
Tristan se convierte en un traficante de licor, una especie de antítesis de su hermano Alfred, y un día, luego de varias amenazas "sutiles", los vendedores legales de licor, la familia O'Banion, asesinan a Isabel II.
Tristan, con el corazón realmente roto, asesina al que mató a su esposa y termina encerrado en la cárcel cumpliendo una condena de 30 días.
Susannah lo visita en la celda y le confiesa que aún sueña algunas noches que es la madre de sus hijos, y que quizás una parte de ella sí quiso que Samuel e Isabel II murieran. Tristan le pide perdón y la calma, asegurándole que ninguna de las muertes tuvo algo que ver con ella.
Susannah sufre mucho, llora la ausencia de Tristan todas las noches, hasta que no lo aguanta más y se suicida, sabiendo que nunca podrá vivir sin Tristan y que a la vez nunca podrá tenerlo.
Alfred contiene una rabia enorme contra Tristan. Sabe que él siguió todas las reglas en esta vida y que él no, y aún así, todos amaron más a Tristan.
Un día, el hermano de O'Banion viene a la hacienda, con la intención de matar a Tristan.
El coronel mata a O'Banion, y cuando el resto de la pandilla lo va a matar a él, Alfred les dispara, salvando al coronel y a Tristan.
Alfred se reconcilia con el coronel y su hermano. Tristan, sabiendo que lo culparán por la desaparición de los hombres, le encarga sus hijos a Alfred y se va a la montaña.
Con el pasar de los años, todos los conocidos de Tristan mueren, y éste mismo muere combatiendo un oso en la montaña.
Cómo marcó una mujer la vida de estos tres hermanos.
Cada uno de ellos enamorado con locura, y ninguno pudo estar plenamente con ella.
Samuel murió antes de que pudieran construir su vida juntos, Tristan vivía con el tormento de su hermano y Alfred vivía a la sombra del suyo.
Ella, sin embargo, nunca amó más a un hombre como amó a Tristan.
Él siempre fue el elegido, pero nunca pudieron estar juntos de forma equilibrada, y esto la mataba.
Quería tanto estar con él, que simplemente no soportaba su ausencia, y terminó suicidándose por esto.
Finalmente, Tristan se cree culpable de las muertes de tres de las personas que más amaba; su hermano Samuel, su esposa Isabel II y Susannah.
Una historia encantadora hasta el final, trágica, lamentable, y realmente cautivadora.