30 diciembre, 2010

Mascarada.



Te invito a mi mascarada.
Puedes inventar tu mejor cara.
Disfrazar tus penas de alegrías, maquillar de tranquilidad tu agonía.
Puedes inventar cualquier historia, dejar llover mentiras, todo mientras no se sepa la verdad.
Nadie sabe quién es quién en mi mascarada.
Pero todos saben que nada es verdad.
No es un engaño si todos saben, sino un complot para complacer a todos por igual.
Puedes ser lo que siempre has deseado, convertirte en lo que siempre quisiste.
Decir que has sido exitoso en todo lo que te propusiste, que conseguiste todo lo que quisiste.
Y todo será verdad, sólo por esa noche.
Ven a mi mascarada, y seamos lo que nunca seremos.
Ven a mi mascarada, y digamos lo que nunca decimos.
Ven a mi mascarada, y sintamos los que nunca sentimos.

Mi mascarada no durará mucho contigo.
No puedo seguir fingiendo que no te quiero golpear cada vez que te veo.
No puedo esconder este odio latente que siento hacia ti.
Sin embargo, tengo que soportar tu presencia todos los días, hora tras hora.
Viviendo bajo el mismo techo.
Traté de justificar tu comportamiento y tomarlo como algo normal.
Pero no es así, y no tengo por qué soportarlo.
Merezco más que eso.
Esto no lo vas a poder borrar con un "Discúlpame, por favor".
Tuviste innumerables oportunidades.
Me has envenenado con una rabia que se aferró a cada célula de mi corazón, hasta tornarlo negro.
Ese es tu logro, ¿estás contento?.

10 diciembre, 2010

Lluvia.



No me gusta la lluvia.
Es una intrusa.
Aparece sin aviso alguno e inunda todo lo ajeno.
Moja todo mi cabeza y me hace perder el hilo de mis pensamientos.
Deja mi cabello reposar estilando en mi espalda, brillando con las pequeñas gotas de agua.
Atraviesa todas las fibras de mi camiseta, y se adhiere a mi piel.
Me molesta como la lluvia pareciera estar consciente de todo lo que alguna vez pensé.
Todo lo que hice o dije.
Cae como el castigo divino desde el cielo.
Totalmente omnisciente.
No lo sé.
Me molesta como pareciera juzgarme, sabiendo cada pecado que cometí, cada respuesta que omití, cada sentimiento que censuré.
Es realmente una entrometida.
Comienzo a tiritar pensando en el veredicto de su juicio, y luego sale el sol.
Los rayos tibios secan todo lo que el agua mojó, sin quedar rastro alguno del juicio.
Todo el veredicto parece como un sueño inventado en mi cabeza.
Pero cuando llueve de nuevo...


09 diciembre, 2010

Realista.



Quizás esa sea la mejor palabra que describa la personalidad de este peculiar personaje.
Ojo: ser realista no es ser pesimista.
Al contrario, es ver la parte idealista del mundo enfocada en un ámbito alcanzable.
Pero la gente no parece verlo de esa manera.
La gente prefiere seguir soñando en su burbuja perfecta y cursi, mientras el mundo se desmorona a sus alrededores.
Las cosas no son así, y cuando uno rompe su ilusión, ellos creen que los llamaste ilusos e inocentes, y ese tampoco es el caso.
En fin, nombre del sujeto: Sergio.
La verdad me sorprende no haber escrito antes sobre él, y parece haber vestigios de intentos en mi cabeza, los cuales intentaré compilar en esta entrada para sacarlos fuera.
No es el tipo de persona que intenta subirte el ánimo intencionadamente, pero termina haciéndolo sin querer todos los días, por lo menos conmigo.
Se ríe de mi risa y yo de la suya.
Es muy grata su compañía.
De hecho, es muy cómoda, ya que no exige ninguna respuesta, nunca.
Simplemente divagamos sobre cualquier tema, tocando tópicos triviales hasta llegar a los más entrañados y complicados sentimientos.
Y yo entre risas y lágrimas.
Pero no me he permitido quebrarme frente a él.
No sería justo.
Me preguntó sobre lo acontecido hace ya más de un mes, y se lo conté.
No iba a negárselo, él es de mi suma confianza.
Simplemente analizó lo que le dije, contrastándolo con sus propios recuerdos y recopilaciones, supongo, ya que parecía estar haciendo un análisis exhaustivo en su cabeza.
Casi podía ver imágenes desfilando por su retina, y yo, sintiéndome casi como una intrusa, terminé cerrando el tema.
No creo que me atreva a sacarlo otra vez.
No soy tan valiente.
Lo admiro en muchas maneras, por su forma de ver el mundo y expresar sus pensamientos ante éste, la cual encuentro muy similar a la mía, y nos proporciona un entendimiento más allá de palabras.
Me sirve su compañía seria de vez en cuando, desquita mis rabias y temores.
Aparentemente, es uno del muy reducido número de lectores asiduos que siguen este blog, aunque sea anónima pero fervientemente.
Has sido de gran ayuda, ya que no me dices lo que quiero escuchar, dices lo que son las cosas.
Gracias por tus palabras y consejos, amigo.

07 diciembre, 2010

Vuelve.


Últimamente no sé qué pretende.
Sus acciones se vuelven más y más curiosas conforme pasan los días e incluso he llegado a alegrarme un poco de que no nos vayamos a ver tan seguido en las vacaciones.
Aprovecha cualquier oportunidad disponible para llenarla con su presencia y palabras, como queriendo destacar que ya no son invisibles, como pudieron serlo antes.
Recalcar que su persona es invaluable y que somos más o menos afortunados de tenerla.
El asunto es... que no es así para mí.
No hoy, no ahora.
No después de lo que pasó.
Simplemente cambió.
No puedo tener la misma perspectiva sobre él después de lo que pasamos.
No sabe igual.
Pero me duele verlo un poco urgido.
No es algo en lo que me regocije.
Pareciera dispuesto a hacer cualquier cosa para volver a lo que teníamos antes, antes de todo, como a principio de año.
Me molesta un poco, y creo que no estoy haciendo lo correcto.
Lo daría todo, o al menos así parece.
Pagaría el precio.
Pero, ¿cuánto es lo que cuesto en realidad?
¿Debería hacérselo acaso más difícil?
No lo creo, pero creo también que me desvalorará por no haberlo hecho.
Y entonces me acordaré de que no pude hacerlo.
Sí... me acordaré luego, pero por ahora no me importa.
Él quiere que vuelva y eso haré.