24 agosto, 2014

Pedazo.


Que vergüenza admitirlo, pero es verdad.
Cuando te vi ahí creo que morí un poco.
Te miré como tantas veces en la noche y noté que me mirabas con la misma expresión en los ojos.
Querías hacerlo.
Querías que lo viera.
Sí, creo que morí un poco.
Me quedé fumando sentada ahí, esperando a que se pase todo.
Me llovía en la cara y no me importaba.
Seguí fumando, seguí y seguí.
Aspirando todo, como si pudiera devolverte.
Quizás me arrepentí de algo pero ahora ya no.
A veces pasa, a todos nos ha pasado.
Eso ya lo superé.
Lo que sigue aquí en mi retina eres tú.
Que vergüenza, pero es verdad.
Creo que morí un poco.
Encima de todo, perdí ocho meses.
Seguí fumando, seguí y seguí hasta que vino a buscarme.
Nos fuimos. Sin un pedazo.

Esto es tan inútil, sin embargo, no puedo sacarlo de mi cabeza.
Sal de acá, ¿quién te dejó entrar?
Esto es tan estúpido.
Qué vergüenza.
Creo que morí un poco cuando te vi.

20 agosto, 2014

Cínico.


Me recordó tanto a él que comencé a pensar en quién la habrá copiado al otro todo lo que es.
Me recordó la sensación de disgusto silencioso pero feroz que me atacaba cuando hablaba sobre ciertos temas.
Una enmascarada sensación de superioridad, que intentaba ocultar bajo su historia de vida y sus maneras de hablar.
Traumas y encierros que veo escritos en su cara, su ropa, su peinado, sus frases.
Prejuicioso, pero intentando ocultarlo.
Reprobándolo, pero cayendo en el juego.
Cínico sin quererlo.
Pero igual.
Ese juego lo puede jugar más de uno.
Y yo ya me sé las reglas.
No me gusta que me traten por ignorante.
No me conoces.
Ese es el pecado de la gente mayor.
Cree que lo sabe todo y que puede darle sermones a los demás.
Cada quién hace con su vida lo que quiere.
Y sé que en estos mismos momentos dirías, cuando tengas mi edad lo vas a entender mejor.
Cada uno hace lo que quiere es decir nadie tiene porqué decirme qué es mejor.
Tu no naciste sabiendo y todos aprendemos cayendo.
Déjame caer en paz y no me llames ignorante por hacerlo.
Y menos cuando no lo soy.
No sabes nada.