27 marzo, 2011

Fantasma.

El Fantasma de la Ópera es realmente una historia fantástica. 
Simplemente maravillosa. Cada vez que veo la película me enamoro nuevamente de la relación entre Erik y Christine, una relación tan delicada, tan emocional, que parte desde lo esencialmente psicológico, dejando de lado lo físico, hasta alcanzar ese nivel de total entrega, ya sea físico y mental, cuando se logra la completa aceptación del uno y del otro.
Para los que no están familiarizados con esta novela, película y musical, lo voy a narrar con lujo de detalles.
La historia está ambientada en la Ópera Garnier de París, la cual se rumorea está encantada por un fantasma enmascarado. Este fantasma hace que los gerentes de la ópera le paguen mensualmente y le reserven una cabina, ya que es él quien escribe y compone todas las óperas que se presentan en el teatro.



Entre los personajes más importantes de la obra podemos destacar a Christine Daaé, huérfana de un famoso violinista, que se crió en el teatro y estudió danza durante este período, siendo una muy talentosa bailarina.

Christine ha estado perfeccionando también su canto, y está total e irrefutablemente convencida de que su maestro es un Ángel de la Música, un ángel que su padre le prometió le enviaría cuando muriera. Este ángel es en realidad el mismísimo Fantasma de la Ópera.


Avanzando por la historia, el teatro cambia de gerente y de patrocinador, siendo este último el Vizconde Raoul de Chagny, un amor de la infancia de Christine.
Durante la gala de esa noche, Christine reemplaza en la voz a Carlotta, la Prima Donna del teatro, debido a un extraño accidente, y recibe la aclamación de toda la audiencia. Además, el Vizconde Raoul de Chagny la recuerda, y va a su camarín a verla.
Ambos reviven ese sentimiento de amor que sentían tan profundamente años atrás.
Esa noche, Christine recibe una rosa roja del Fantasma de la Ópera, y es visitado por este.
Él la lleva a su guarida, a la que entran detrás de un espejo, atravesando pasadizos y navegando por el lago sobre el cual se construyó el teatro.





















Apenas el Fantasma abre su boca, su voz deja completamente maravillada a Christine, quien ahora está segura de que él es el que la ha estado entrenando vocalmente todos estos años.
El Fantasma se ha obsesionado con ella, y guarda grandes esperanzas para su futuro. Quiere que ella sea la nueva Prima Donna, que sea la cantante principal de sus óperas, y que además se quede con él, para siempre, como su esposa.

En un arranque de curiosidad, Christine le retira la máscara al Fantasma, dejando al descubierto su deforme cara. Ella grita aterrada por su rostro, a lo que él responde con una furia enorme y la encierra, liberándola cuando ella promete volver a visitarlo.

El Vizconde nota que Christine está realmente aterrada respecto a su destino. Está convencida de que el Fantasma vendrá una noche y la raptará, y que nunca volverá a ver la luz del día.
Él la tranquiliza y le asegura que no dejará que nadie le ponga un dedo encima.

Madame Giry, una funcionaria muy antigua del teatro le cuenta al Vizconde la historia del Fantasma.

Ella lo conoció cuando ambos eran niños, y cuando él era muy maltratado en un circo, siendo exhibido como una atracción por su deforme cara. Un día, el niño, Erik, ahorcó al que lo mantenía encerrado, y Madame Giry lo escondió en el teatro. Ahí creció, convirtiéndose en un magnífico arquitecto, inventor, ingeniero, compositor y dramaturgo. Construyó una serie de pasadizos y túneles subterráneos hacia su guarida, donde nadie lo molestaba. Madame Giry le contó cómo hizo durante todos esos años que se cumpliera su voluntad mediante la violencia, pero cómo retribuía a los que le eran fiel, como ella misma. A la noche siguiente, Carlotta amenaza a los gerentes con su partida del teatro, ante lo cual ellos la restituyen como la voz principal de la ópera. Durante la gala, el Fantasma hace una dramática aparición en el teatro, asesinando a uno de los funcionarios y ahorcándolo frente al público, obligando a los gerentes a poner a Christine como voz principal nuevamente.


Raoul le propone matrimonio a Christine y ambos deciden huir juntos de París. Christine mantiene el compromiso en secreto, por temor a que el Fantasma lo descubra y la secuestre.
El Fantasma, celoso de la relación entre ellos, decide interferir en su unión.
Christine va a ver la tumba de su padre, que parece abrirse con el llamado de su Ángel de la Música, quien es en realidad el Fantasma de la Ópera.
Raoul nota que Christine se ha escapado y asiste al cementerio, donde se enfrenta en una batalla de espadas con el Fantasma. Pudiendo terminar su vida justo allí, Christine le ruega no lo haga, y se va con Raoul.
El Vizconde le pide a Christine que actúe, para que la policía capture al Fantasma y así no tengan que vivir todos atemorizados de su sombra. 
Ella acepta, pero en su corazón guarda un mal presentimiento.











Durante la gala, el Fantasma hace una aparición estelar, y canta un dueto con ella. Christine parece quedar encandilada con su voz, y él le canta acerca de cómo ella ha sucumbido mentalmente ante él, pero aún así no puede aceptar su físico. Frente a todo el público, Christine le quita su máscara, y le dice que ya no le teme a su cara. Al ver el Fantasma que la policía lo va a capturar, rapta a Christine y se la lleva nuevamente a su refugio, dejando caer tras de sí un enorme candelabro que incendia y destruye el teatro.
Raoul, lamentándose de todo esto y sabiendo que ahora Christine está bajo su poder por su culpa, decide ir en su busca, yendo a los subterráneos del teatro.Christine sabe que ya no queda más remedio, ha de quedarse con el Fantasma por siempre.
Pero esto no le es molesto de sobremanera, ya que de alguna manera, la voz del Fantasma la ha encadenado a él. Ella odia la violencia que él utiliza para que se cumpla su voluntad, pero está realmente enamorada de él.


Raoul asiste a su rescate, y él y el Fantasma se enfrentan nuevamente.
Erik le da sólo dos opciones a Christine: salvar la vida de Raoul, quedándose con él en los subterráneos para siempre o negarse a hacerlo y acabar con la vida del Vizconde.
Raoul le ruega que no destroce su vida por él, pero sabe que también escuchar que ama al Fantasma le rompería el alma. Christine por fin entiende al Fantasma en su oscura y triste soledad, y le hace saber que no está solo.
Erik es sorprendido por un beso de Christine y es allí donde se da cuenta de que ella lo ama como él a ella, y decide liberarla de la encrucijada que él mismo le ha tendido. La libera a ella y a Raoul y los deja irse, con la condición de que nunca vuelvan y olviden todo lo que han visto. Ambos huyen y nunca regresan al teatro.
Muchos años después, cuando Christine ha fallecido, Raoul va a visitar su tumba siendo muy anciano, y puede ver una rosa roja, contigua a la lápida.

¿Cómo pudo Christine amarlos a ambos?
Erik y Christine realmente se amaron el uno al otro, y también ella y Raoul, sólo que estos fueron clases completamente distintas de amor.
Erik era perfecto en lo relativo a lo mental, era todo lo que ella amaba, con sólo cantar la hipnotizaba. Pero no así su físico, que era el elemento que ponía en ventaja al apuesto Vizconde. La perfección para Christine habría sido la imagen de Raoul con la mente de Erik.
Erik estaba acostumbrado a la crueldad del mundo y buscó refugio en la hermosa voz de Christine, de quien se enamoró fatalmente, para bien o para mal. Convencido de que no merecía amor, y que la única forma de obtenerlo era mediante la fuerza, se sorprende mucho cuando Christine se le confiesa. Raoul se enamora una y otra vez de Christine, y al verla tan aterrada decide protegerla contra todo mal, y defenderla hasta la muerte de cualquiera que quisiera hacerle daño o alejarla de él. Ya se alejó de ella y no está dispuesto a que esto ocurra otra vez. La desposa convencido de que vivirán una inmensa felicidad, pero el Fantasma no estaba incluido en sus planes.

Christine no es cursi ni melodramática al debatirse entre dos partes de ella misma. Un triángulo amoroso. Ella también enfrenta una lucha interna, sobre quién es en realidad. Hay fuerzas que intentan hacer prevalecer ciertos aspectos de su esencia sobre otros, pero al final, es ella quien decide quién es, la decisión siempre ha sido suya.



Esta obra no deja de maravillarme cada vez que la veo. Es simplemente impactante la cantidad de talento que embarga cada escena, cada canción, cada palabra. Todo está inmerso en una infinita pasión que se denota en cada página, verso y nota musical de esta hipnotizante historia. Es simplemente una de mis favoritas, y una que definitivamente nunca olvidaré. La unión entre Erik y Christine es algo que va más allá de palabras.



Mi canción favorita de todo este musical es Point Of No Return, la cual habla justamente del deseo que Christine mantiene silencioso en su cabeza, ese deseo de unirse al Fantasma.
Habla de cómo ella ha sucumbido en su mente a él completamente, y que al estar allí en el escenario, ella ya ha tomado su decisión, no hay vuelta atrás, no hay dudas, ya han pasado el punto del cual no hay retorno. Pide que ella deje a un lado su razón y sólo siga sus impulsos, dejando la pasión prevalecer. Habla del fuego que inundará su sangre, de la seducción que se les escapa en cada palabra, del último umbral en el que están parados, que es el punto sin retorno.
Las palabras y la voz del Fantasma termina por convencer a Christine, o por lo menos así parece, que termina contestándole en la misma canción, confesándole que ya se ha imaginado a su lado, que ya ha renunciado a su razón, que no tiene duda alguna, que ya ha decidido.
Ambos cantan a la vez, sobre cómo acaban de cruzar el punto sin retorno, y de cómo se quema todo lo que quedó tras de ellos.
Esta canción refleja perfectamente la unión que Erik y Christine Daaé compartían. Era un lazo más alla de la razón, de lo lógico. Sólo se basaba en los instintos y las emociones.
Podría decirse que Erik termina convenciéndola sobre lo que siente sobre él, pero es ella la que estaba en una negación profunda sobre sus sentimientos hacia el Fantasma.




Anywhere you go let me go too. Christine, that's all I ask of you.

19 marzo, 2011

Nada.


Me despierto y no siento nada.
Me acuesto y no siento nada.
Cada vez que lo veo, es como que se resuelve todo.
Sé que la está pasando mal y sé que es por mí.
Pero aún así, no me echo la culpa, y ni siquiera me siento culpable por eso.
No siento nada.
Realmente nada.
Nada.
Cuando lo veo, sé lo que siente.
Lo sé.
Pero no siento nada.
Ningún remordimiento.
Y sé que nunca más lo voy a volver a sentir.
Por fin.
Tanto me costó llegar a esto.
No hice nada malo y no me siento culpable por nada.
Porque no hice nada.
Porque no soy nada.
Me voy volando en el aire, sin pensar en nada.
Ya pasó todo, y ya se fue todo.
Ya fue.
Ahora somos polvo.
Somos nada.
Somos libros en blanco.
Frases jamás dichas.
Fotos quemadas.
Somos estatuas.
Corrientes de viento.
Asientos vacíos.
Un graffiti en la calle.
Un reloj que no avanza.
Soy nada.

14 marzo, 2011

Celos.


Celosa como una niña pequeña.
Celosa porque se va con ella y se va feliz.
Celosa porque espero que vuelva y no lo hace.
Sabiendo exactamente lo que significa, sabiendo cómo me queman las preguntas en la cabeza, como me arden las palabras en la boca, me las guardo.
No puedo caerme aquí.
Me resisto cada vez que quiero voltearme a buscarlo.
Me resisto cada vez que quiero empezar a hablarle.
Pero no puedo evitar pensar todo el día en esto.
Me mata el no saber qué piensa él.
Y ahí es cuando se va con ella.
Dios, la odio.
Y lo odio a él.
¿Cómo puedo volver a esto tan estúpidamente?
No importa.
Porque in lugar a dudas no va a ser más que esto.
No más.