Me despierto y no siento nada.
Me acuesto y no siento nada.
Cada vez que lo veo, es como que se resuelve todo.
Sé que la está pasando mal y sé que es por mí.
Pero aún así, no me echo la culpa, y ni siquiera me siento culpable por eso.
No siento nada.
Realmente nada.
Nada.
Cuando lo veo, sé lo que siente.
Lo sé.
Pero no siento nada.
Ningún remordimiento.
Y sé que nunca más lo voy a volver a sentir.
Por fin.
Tanto me costó llegar a esto.
No hice nada malo y no me siento culpable por nada.
Porque no hice nada.
Porque no soy nada.
Me voy volando en el aire, sin pensar en nada.
Ya pasó todo, y ya se fue todo.
Ya fue.
Ahora somos polvo.
Somos nada.
Somos libros en blanco.
Frases jamás dichas.
Fotos quemadas.
Somos estatuas.
Corrientes de viento.
Asientos vacíos.
Un graffiti en la calle.
Un reloj que no avanza.
Soy nada.
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