09 septiembre, 2015

Desprecio.




























Odio crecer.
Preferiría ser ignorante.
No tener nada claro.
Vivir en la nebulosa.

Es macabro.
Darte cuenta de que nada tiene sentido.
Es terrible darte cuenta y tener que admitirlo y seguir viviendo.
Seguir viviendo sabiendo que todo es irrelevante.
Que absolutamente todo después se vuelve nada.

Traté de mantenerme optimista dentro de este sentimiento que ya no se va a ir, que decidió que iba a latir conmigo por el resto de mi vida.
Pero fue esfuerzo infructuoso.
Todo se me desmoronó en el momento en que ya no podía escapar de la situación.

Mientras me hablaba y trataba de explicarme -con diálogos muy mal conjugados- que aún no se decidía, lo único que escuchaba en mi cabeza era mi sentido de autopreservación gritándome.
Corre.
Corre.
Corre.
Podía sentir como mi cuerpo preparaba mis músculos para salir arrancando, pero me frené a mi misma por una vergüenza infantil y mi ego herido, y me mantuve ahí, intentando no grabar cada palabra que salía de su boca, de nuevo, sin conseguirlo.
Pensaba, mientras sus labios se movían y su cara adquiría una expresión asquerosa de preocupación y lástima, que luego recordaría todo esto, cada palabra que me dijera, cada gesto que hiciera, todo. 
Pensaba.
Cállate.
Cállate, por favor.
No quiero recordar esto.
No quiero recordar que me dijiste estas cosas.

Me miras pensando que lo estás haciendo bien, que esto está resultando, que todo va a salir bien y que vas a salir victorioso de esto, con una mirada de esperanza inocente.
Todo lo que yo veo y escucho son las palabras que se escapan entre tus palabras.
El discurso entre líneas que aparentemente soy muy estúpida para entender y descifrar a tus ojos.
Pues, lo entiendo.
Me llegó, lo leí.
No soy la estúpida que juras y rejuras que soy.
Aún lo estoy deliberando.
¿Por qué?
Porque no eres suficiente.

Este es el peor rechazo que me ha tocado pasar.
El peor.
Escondes tu desprecio con una disculpa mal disfrazada esperando que no me de cuenta.
Qué humillación.
Cómo no escuchas lo que sale de tu boca.
Yo lo escucho con todas sus sílabas: No soy suficiente.

Ahora ella trata de reconstruirme de a poco.
Devolverme la confianza.
Decirme que yo tengo las cosas muy claras y que él no quería perder pan ni pedazo.
¿De qué sirve tener la película clara?
Tener perspectiva, opinión fundada, ideales, objetivos, etc. 
¿De qué sirve, si nadie a mi alrededor parece ver lo mismo que yo?
Yo les voy a decir:
No sirve de nada.

Ese es el secreto de todo.
Nos empeñamos en saberlo todo.
¿Para qué?
Qué ganas de volver a ser nadie.