10 septiembre, 2010

Gruñidos.



Los veo.
Lo desean tanto.
Es tanta la rabia que tienen.
Sólo quieren matarse el uno al otro.
Hago preguntas que ambos responden.
Y yo no sé que hacer.
El peso se va hacia un extremo y deja a uno en la cima y al otro bajo tierra.
Inconcebible.
No mientras esté en mis manos.
Es sólo que... es tan difícil hallar el equilibrio entre ellos.
Rozan constantemente, y yo intento calmar las aguas, pero no creo que ninguno de los dos aguante mucho más.
Simplemente agua y aceite.
Cada uno trata de acercarse a su manera, y el otro gruñe instintivamente.
Me imagino sus colmillos a la luz, y ellos disputándose lo que no deberían.
Un día, uno se volteará y me morderá tan fuerte...
Esto también es mi culpa, yo permití esto.
¿Cómo dejé que esto pasara?