Lo vi todo demasiado claro.
Ella me hablaba pero yo sólo veía sus labios moverse.
No sentía ningún sonido.
Atrás de ella estaba él.
Pero en realidad, no era él.
En mi cabeza, estábamos unos 6 años más adelante.
Pero él se veía justo como me lo podría haber imaginado.
Era muy alto y delgado.
Pero nada de eso realmente me sorprendió.
Fue con quien iba.
Tenia una hija ahora.
Tenía una familia.
Tenía esa misma sonrisa cómplice que a veces me dedicó a mi, y su nariz se arrugaba de la misma manera.
Dios, cómo se parecía.
La abrazaba con tanto afecto y ternura...
Me imaginé si alguna vez me iba a arrepentir de haber hecho lo que hice, pero luego pensé que para entonces las cosas serían muy distintas, y probablemente él también me vea fortuitamente acunando un niño.
Entonces, la perspectiva cambió drásticamente.
Ya no habría nada en común entre nosotros, pues aquello habría terminado décadas atrás.
Estábamos separados.
Pero yo siempre habría de recordarlo justo así.
Sonriente, sonrojado, con la mirada clara.
Simplemente, él.