08 enero, 2017

Deshago.


Siento que cuando llegamos acá nos empezamos a odiar.
Me das razones para odiarte todos los días y yo te doy razones para odiarme todos los días.
A veces real y genuinamente siento que te odio.
Me dan ganas de arrancarme el pelo.
Dices algo y te quedo mirando a ver si vas a hacer alguna corrección a la estupidez que me acabas de decir, pero nada sale de tu boca; es efectivamente lo que querías decir.
Me cuesta mucho alinear nuestros corazones al mismo compás con el que solemos later.



Y tú.
Sigo soñando despierta.
Siento que ya no sé nada.
Quiero escribir esto hace días pero ni siquiera sé qué es lo que quiero escribir.
Sigo esperando que mi cabeza se ordene, pero no lo logro.
Toda mi conducta se basa sobre un castillo de respuestas imaginarias a preguntas imaginarias que te hice y respondiste, una tras otra, ninguna pronunciada en voz alta.
Siento que he desarrollado una dependencia que va en contra de toda mi personalidad.
Ni siquiera sé cómo apareció.
Un día desperté y ahí estaba.
Ya no se deshace y siento que crece con cada día que pasa, crece y crece como un tumor, consumiendo todo a su paso, tragándose todo lo que he construido estos años, todos los cerrojos, puertas y paredes a su paso.
Me deshago todos los días.
Me deshago y no te enteras.