19 marzo, 2017
Apágame.
No me pidas que te diga todo, me vas quebrar.
No me apretes tan fuerte, me vas a romper.
No me hagas confesarme, lo voy a hacer.
No me voy a poder apagar.
Esta cara inexpresiva que ves es el equilibrio que logré entre toda la mierda y es lo mejor que pude lograr dadas las circunstancias.
Me es más fácil tratarte mal que actuar normal y luego desarmarme encima tuyo como una niña.
Estoy haciendo lo mejor que puedo.
No me empujes.
Días y días martirizándome a mí misma por no poder ser recíproca, por ser lo único que impide hacer una línea entre este punto y el punto en el que todo está en equilibrio.
Hasta que me detuvieron de un empujón.
Me siento violentada cuando me obligan a compartir y menosprecian mi afecto porque no va acompañado de confidencias.
No estoy diciendo nada nuevo.
Quizás debieras reconsiderar la forma en la que hemos estado hablando todo este tiempo y pensar de qué te va a servir ser así conmigo.
¿Sabes qué es lo que pienso?
¿Por qué está interesado en obtener mi confianza tan rápido?
Ni siquiera confío en mi papá; qué es lo que esperas de mí, honestamente.
Hace poco di mi confianza y se fue directo a la basura; qué es lo que esperas de mí, honestamente.
¿Sabes qué es lo que pienso?
Te vas a ir de todas maneras.
Así que qué más da si te la doy o no.
Mejor para mí si no te la doy.
Cuando tengo tus ojos encima ninguno de mis pensamientos es privado.
Así que no pienso nada.
Tardé mucho tiempo en definir qué es lo que estoy sintiendo en estos momentos.
Meses, en realidad.
Pero creo que al fin llegué a la conclusión que necesitaba: tengo mucha rabia.
No debiste haber aparecido.
No debiste haberme hablado.
No debiste haberme contado cosas de ti.
No debiste haberme acogido.
Y no debí haberte dejado.
Nada de esto debió haber pasado.
Pero no: no puedo lamentarme genuinamente el haberte conocido.
Especialmente cuando tengo la certeza de que hiciste mi vida más brillante.
¿Cómo esperas que te cuente todo lo que mi cabeza está pensando, si estoy intentando mantener distancia contigo para no hundirme más en la locura?
Entiéndeme: no puedo dejarte pasar, ya estás viviendo aquí.
Tienes mis sonrisas en tu mano y en este momento, tu mano está hecha un puño.
Anidaste en mi vida sin mi permiso, te metiste entre costilla y costilla.
Y ahora, si respiro profundo siento que me rasguñas.
Me estás destruyendo, pero te necesito.
Esto es tortura, haz que termine.
Apágame de un mazazo.
Dos, tres.
Apágame.
Apágame.
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