03 junio, 2017
Desangro.
Y por debajo de todas estas capas y capas y capas de ropa que puse sobre esta espina.
Finalmente atravesó todo a su paso hoy día, de todos los días.
¿Realmente crees que no se nota?
Puedo ver a través de todos tus gestos y mímicas.
No puedo evitar encogerme débilmente y estas estúpidas miradas al piso cuando pasan cosas así.
¡Qué reacción más increíblemente infantil!
Hoy me doy vergüenza.
Hoy me arde la cara.
Hoy día me grita el pecho.
No puedo evitar mirarme al espejo y decirme.
¿Quién eres en estos momentos?
No te reconozco.
Porque es cierto.
No me reconozco.
Me digo a mí misma que no, pero es cierto: me sigo desangrando.
Lo dije porque sentí que valía la pena arriesgarse.
Aún lo siento.
Siento que vales la pena.
Y ahora siento ganas de decirlo todos los días.
¡Pero no puedo pronunciar estas palabras!
Qué maldad.
Qué maldad es verte más que como una persona.
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