Ojos delatores.
Miradas furtivas van y vienen.
Mi mirada enjaulada, llora sola en su prisión de aire.
Se amarra a sí misma a cadenas que sabe que no romperá.
Pone letreros en territorio que sabe no pisará.
Se muerde la mano antes de tocar el pecado.
No sabe controlarse, ni cómo liberarse.
Grita y se deshace en lágrimas.
Luego, enardecida, se reprocha su cobardía.
Entierra sus esperanzas, sus anhelos, que ahora encuentra irrelevantes.
Con otra mirada vehemente lo exhorta a responder.
Los ojos indiferentes captan el mensaje y prefieren ignorarlo.
Se regocija la satisfacción que le produce ser observado.
Jura.
Jura y jura.
Por favor.
Por favor cumple tu palabra.
Es todo lo que pido.
Todo lo que ansío y añoro.