14 agosto, 2011

Advertencia.

































Nina siempre me dice lo que yo obvio.
Me avisa sobre lo que no veo, cegada por diferentes cosas...
Ella siempre me advierte.
Y lo agradezco.
Yo, -que ahora entiendo, fui muy egoísta- sólo pensaba en lo que yo necesitaba.
Pensaba en que no me haría mal el verlo más.
Pero no había pensado en lo más evidente a estas alturas.
-Tú tienes todo claro -me dijo Nina-, pero puede que él no. No se lo hagas más difícil de lo que probablemente ya es a estas alturas.
Y aunque sé que ya no es así, me pregunto a veces, si como yo lo he hecho, él también aprendió a evitarme a veces, dejar de pasar mucho tiempo conmigo y no buscarme, aunque quisiera.
Me advierte, sobre la manera en la que en realidad él me ve.
Quizás soy aquella que trata de seguirle el paso cuando nada muy rápido.
Y aunque no me preocupa, sí me molesta el tener que morderme la lengua en una esquina, preguntándome todo el día si él se la muerde también.
Y aunque no me preocupa, sí me molesta preguntarme eternamente si esa estúpida niña lo sigue, porque no es digna de él.
Y aunque no me preocupa, sí me molesta sentir que mi cabeza se ahoga pensando cuándo llegara la que será, la que será lo que yo no fui por él.
Por él o por nadie, porque aparentemente nada en mí basta.
Para nadie es suficiente.

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