Me pregunto...
Bueno, en realidad es casi lo único en lo que puedo pensar cuando te veo...
Pienso que... parece ser muy difícil lidiar conmigo.
Y además, parece ser excepcionalmente difícil para ti.
Por lo menos ahora que sientes que ahora has retrocedido terreno.
Te esfuerzas increíblemente y sobrecalculas todo, preocupadísima, nerviosa...
No debería ser así, y quizás yo soy la causante de que tengas que esforzarte tanto ahora.
Y con todo lo que me decías, de como te sentías, y al recordar cómo lloraba al otro lado de la línea, no puedo evitar preguntarme... ¿crees que vale la pena?
No lo digo con el tono sarcástico de alguien que tira por la borda años de cariño por que sí, sino más bien con uno empático, de alguien que se pone en tu lugar y se plantea quiénes son las personas de las cuales no puede prescindir bajo ninguna circunstancia.
¿Crees que soy alguien así?
¿Quieres realmente tenerme cerca?
¿Es tan difícil lidiar conmigo?
¿Soy acaso... una mala persona?
No lo sé, me... atormenta pensarlo.
Desde que hablamos.
Parece un gran sacrificio mantenerse firme ante la adversidad, pero tú pareces dispuesta a no irte a ninguna parte.
Te lo digo ahora porque te dejo libre por si quieres hacerlo...
No sabía la carga que implicaba quedarse.
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