Fue tan natural.
No teníamos ningún rencor.
Te extrañaba y tú también a mí.
No te veía hace tanto tiempo...
Ya no quería separarme nunca más.
Todo se sentía igual que antes, pero incluso mejor.
Era como si esos cinco años no hubiesen pasado y reanudábamos todo después de una larga noche.
Ninguna diferencia era lo suficientemente fuerte para romperlo.
Nada era lo suficientemente fuerte para romperlo.
No me importaba por qué te habías ido.
Sólo quería saber por qué habías llegado.
Pero no respondiste.
Porque ya no estabas allí.
Ni yo.
Desde entonces sólo me acuesto temprano para tener más tiempo contigo.
Todos los días me acuerdo de las cosas que me dijiste.
De las cosas que hicimos.
O de las que no hicimos ni dijimos, para hacerlas y decirlas hoy.
Porque no me importa si cuando despierto nada es verdad.
Porque una tercera parte de cada día la paso contigo.
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