Ni siquiera sé cómo me siento.
No. Mentira.Sí sé como me siento.
Me siento traicionada.
Literalmente engañada.
Me siento justamente como si me hubiesen puesto el gorro.
No quiero que me hables.
No quiero que nos juntemos.
No quiero nada de ti.
Y no quiero escuchar lo inocente que suena que me digas que no somos nada.
Porque si no fuéramos absolutamente nada no me sentiría así.
No puedo creer que todo este tiempo seguí pensando todo eso.
Sin saber nada.
Es increíble lo que hace la ignorancia.
Realmente es una bendición.
Ahora si puedes estar seguro de que nunca va a pasar.
Nunca.
Porque nunca me había sentido más humillada en toda mi vida.
No puedo escuchar nada de lo que dices ni leer nada de lo que me escribiste sin pensar en...
Deja de pedirme que hablemos.
No tenemos nada que hablar.
1 comentario:
Feo que te desconoscan, una lata! también me ha pasado...
Pero nunca es malo conversar las cosas... por lo menos asi me han criado a mi desde chiquito, viendo a mis padres peliar, gracias a Dios todo se arreglo y todo gracias a largas conversaciones... es sólo un consejo Lina... tomalo o dejalo... es tú decisión de nadie más.
Saludos.
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