17 febrero, 2014

Ninguno.


No quiero tener hijos.
Creo que acabo de decidirlo.
No quiero ninguno, por favor, no.
No quiero que nadie nunca sienta esta amargura.
No si puedo evitarlo.
Esta decepción... total.
Ya ni siquiera sé si tengo rabia, diría que no.
No sé si es resignación tampoco.
Sólo sé que en este mismo minuto pareciera haberse prendido una luz gigante y aparecido las resoluciones que quizás estaba esperando hace 19 años.
Todo lo que he hecho, he dicho, me has hecho y has dicho ha llevado a estas resoluciones.
No quiero tener ningún hijo.
No quiero nada que pueda asociártele.
No.
Por favor.
Quiero que te vayas.
Ojalá ahora.

Y ahora llega la rabia, pero no contra ti.
Todo eso podría haber pasado más rápido de no haber sido por él.
Ahora sí lo maldigo con todo mi corazón.
Todo esto es culpa tuya.
Qué ingenua al pensar que no iba a ser igual ahora.
Siempre es igual.
Todos los días es igual.

No quiero volver a sentirme así.
Esta decepción total del mundo.
Esto tan profundo.
Se cola en mi piel y me llega a los huesos.
Ya no hay ningún resquicio más.
Todas las oportunidades y muchas más de las que nunca pensé darte vinieron y se fueron.
Ya no queda nadie ni ninguna.

No quiero tener ningún hijo.
Creo que ese es el mejor regalo que puedo darles a ellos.
El no venir ni conocerte nunca.
El no venir ni encontrarse contigo ni nadie que pueda parecérsete.
Ese es el último y más grande regalo, diría yo.
El salvarlos de todo esto.
De ti y de todos.
Toda esta basura, este ruido, gritos, odio, rencor, venganza, dolor y tristeza que reverberan en todas partes, todas las putas paredes de este planeta.
Te hablan de cosas preciosas que son tan escasas que pareciera y estoy ahora casi completamente segura de que no valen la pena en comparación con todo el resto de la miseria del día a día en el trato con los demás.
No lo valen.
Soportar años y años de atrocidades para tener pequeños momentos de felicidad.
No lo valen.
Soy capaz de renunciar a lo que más quiero y respeto en esta vida para terminar con esto.
De hecho, creo que ya he empezado a despedirme.
Esto es, sin duda, la mejor decisión de todas las que he tomado y estoy más que conforme.
No quiero más.
Esto es todo.
El problema se resuelve aquí y ahora.
Y el problema se elimina.

No puedo mirarte a los ojos y decirte que he renunciado a ti para lograr vivir en paz.
No puedo hacerlo porque sé que tú también lo odias a él por prolongar más esto.
Que también quieres irte.
Pero no puedo seguir acompañándote en esto.
No, no puedo seguir contigo.
Discúlpame si me ves como traidora al hacerlo, pero no puedo hacer más que esto.
No voy a volver acá voluntariamente nunca más.
Nunca más, por favor, nunca más.

Tú irás por un camino y yo iré en 180 grados.
No finjas arrepentirte de lo que has hecho todo este tiempo.
Lo hiciste más que a conciencia, por años, porque así es como eres.
Ese eres tú.

No quiero tener hijos.
No quiero ninguno.
Incluso si ya no tienen que verte nunca, no quiero ninguno.
Incluso si no les diriges la palabra una vez, no quiero ninguno.
Incluso aunque no les vaya a hablar nunca de ti, no quiero ninguno.
No quiero ninguno, llévenselos, no son míos.
Llévenselos de aquí y no vuelvan jamás.




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