24 septiembre, 2016

Especial.


Y el otro día, me lo confirmaste todo.
Ni te diste cuenta.
Pero para mí, eras todo respuestas.
Todo este tiempo sentía que me quedaba atrás porque tú intentabas abrirte más y más, esperando que te entregue algo de mí para guardar, pero no podía darte nada.
Absolutamente nada.
A pesar de que te había dado algo hace tiempo, lo consideraste superfluo y no le diste el peso que tenía: yo nunca había mostrado eso a otras personas más que a él.
Pero no lo consideraste especial.
Me pedías más y más pedazos, entregándome partes tuyas en trueque, hasta que te di una.
Te di una grande, hasta ella lo vio.
Nunca hablo de eso con nadie, pero lo hablé contigo.
Pude ver que era lo que esperabas, que me abriera, y pensé "Quizás esto lo tranquilice".
Pero fue más, instantáneamente subí y me diste más.
Me incluiste en un subgrupo aún más pequeño, y me diste otro pedazo tuyo.

Pero empieza a hablar una voz desde el fondo de mi cabeza.

Un día lo tengo todo claro como agua de río, y después no tanto.
No sé si la culpa la tengo yo o tú.
No quiero ni contarle a ella ni decirlo en voz alta, pero lo he postergado tanto que siento que me empieza a ladrar la cabeza cada vez que lo pienso.
Esto es extraño.

Esto es extraño.

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