27 marzo, 2010

Calor.



Fecha de cumpleaños y cómo nos iríamos a rehusar de atender, ¿no?.
No fue necesario que nos recordaran qué día, o la hora.
Aparecimos allí todos, sin importar cuán lejos fuera.
Risas y estupideces por horas.
A nadie le importaba.
No ese día.

Vimos una película de terror, comimos, bailamos, nos cansamos.
Terminamos por sentarnos en el sillón, juntos.
Me abrazó y sentí su calor.
Sus brazos se ataron a mi cuerpo y estuve a punto de caer en un hipnotizante sueño.
Me hacía cariño y yo, encantada, me acomodaba más cerca de él.
Minutos pasaron, y, lástima, luego me tuve que ir.
Soñé con su calor.

Soñé contigo, León.

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