10 octubre, 2010

Vergüenza.


Estoy terriblemente humillada.
Cada palabra que me dijo me dolió un poco más que la anterior.
Nada que no supiera, sin embargo, fue distinto oírlo fuera de mi cabeza.
Nada de esto lo rompí.
Yo quería pegar cada pedazo, pero no me dejaste.
Dejaste que quedara roto.

¿Sabes qué es lo que más me duele?
No fue lo que dijiste, sino que no fuiste lo suficientemente para decírmelo en mi cara.
Nunca.
Nada me lo dijiste en mi cara.
Cada pensamiento que cruzaba tu cabeza, te lo guardabas, y cuando no me vieras, lo escribías.
Ni siquiera me demostraste respeto por los 8 meses que pasamos.
Luego te vas a dar cuenta de tus errores, y aprenderás.
Pero nunca te olvides, de que esto no lo quebré yo, fueron tus celos.

No tienes autorización para seguir leyendo mis palabras.
No la tienes.
¿Entendiste?

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