30 julio, 2014
Perdóname.
Siento como si todo entre nosotros se dijera entre líneas.
No decimos nada en todo el día.
Todo está entremedio.
Enredado.
Agarrándose a las palabras que salen de nuestras bocas que en realidad no dicen absolutamente nada.
Se aferran con tanta fuerza.
Clavan sus uñas e imploran ser escuchadas.
Gritan.
Aúllan.
Escúchame.
Nadie dice nada.
Creo que ambos lo sabemos.
¿De qué serviría decirlo?
Probablemente de nada.
Probablemente sería incluso peor.
Siento...
Siento como si siempre estuvieras esperándome.
Pidiéndome.
Rogándome.
Perdóname.
Susurros.
Miradas.
Palabras entre palabras.
Siento que siempre estás haciendo méritos para una segunda oportunidad.
Y es tan tonto porque nunca tuvimos una primera.
Sólo estábamos.
Pero ambos lo sabemos.
Me pides perdón siempre.
Siempre.
Perdóname. Perdóname.
Perdóname.
Ni siquiera sabes por qué estás pidiendo perdón.
Ni siquiera sabes qué fue lo que me hiciste.
Ni siquiera sabes qué fue lo que me rompió.
Ni siquiera sabes cómo fue que se sintió.
No sabes.
Perdóname. Perdóname.
Siempre estamos.
Siempre aquí.
Es siempre un mismo lugar, nunca cambia.
Es un estado donde revoloteamos siempre.
Nunca nos vamos.
Nunca está dicho, sólo estamos.
Siempre lo negué, pero es cierto.
Y aunque nunca lo verbalice, tú lo materializas.
Lo haces desde la nada misma.
Lo sacas de ti.
Esa intuición tuya.
Me encanta.
Nunca lo dije.
Pero tú supiste.
Tú siempre supiste.
Lo leíste y supiste.
Supiste que eras tú.
Me miraste, me dijiste.
Y yo lo negué.
Perdóname. Perdóname.
Te miré a los ojos por un segundo y te dije una mentira.
Me miraste.
Sabías que no era verdad.
Lo sabías.
Me miraste y lo vi.
Tú también te rompiste.
Te negué.
Lo verbalicé.
Salió de mi boca y se materializó.
Todo lo que era aire y posibilidades cayeron al piso.
Cenizas.
Lo negué.
Lo negué.
No. No. No.
Preguntaste de nuevo.
No. No. No.
Me miraste y te rendiste.
Seguirá todo igual entonces.
Nunca fue así.
Seguimos aquí.
En este mismo exacto lugar.
Piso y veo mis propias huellas.
Aquí estuvimos y aquí estamos otra vez.
Aquí. Aquí.
Aquí.
Te veo.
Me miras.
No me mires así, por favor.
Es la misma traición que sentí.
La misma que me rompió.
Tuve que recomponerme porque no podía verbalizarlo ahí, con todos ellos.
Tuve que aparentar que ya sabía.
Tuve que tragarme mi dolor.
Traición.
Ese día lo decidí.
Fue ese día.
Ahí.
Ahí. Ahí.
¿Cómo pudiste?...
Me rompiste.
Tú me rompiste.
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