30 abril, 2011

Amenaza.


Me amedrentó con tal convicción, que casi por un segundo sentí miedo.
Pero luego me dominé.
Tú, niña ilusa, no eres nadie para reclamarme nada en mi territorio.
Tú estás en mi jurisdicción aquí y en desventaja también.
Tu obstáculo hacia tu meta no es exactamente mi presencia, ¿o si?.
No, tu obstáculo eres precisamente.
No me eches la culpa de tus derrotas, ya que no son peso mío realmente.
Y no me amenaces, que hasta me suena como un chiste, pequeña.
Si él te quiere, lo lograrás, y yo no me interpondré.
Nunca lo haría.

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